Ha ido perdiendo la vista pero a esta mujer que ha dedicado su vida al ballet ya no le hace falta para crear. “Veo el baile y la composición de los pasos en la escena con mi imaginación”. Alicia Alonso, a sus 98 años de edad, sigue siendo una figura mítica del ballet del siglo XX y tenaz defensora de su agrupación y del ballet como un arte excelso que se enfrenta a un sinfín de peligros en su práctica escénica.
Uno de sus constantes caballos de batalla ha sido la conservación de los estilos: “Son los que convierten la técnica en arte, los que hacen que el arte del bailarín no sea una gimnasia monótona e inexpresiva. Y dentro del estilo, se expresa una idea dramática y una sensibilidad estética. Lo que puedo pedir a las nuevas generaciones de intérpretes es que atiendan a estos conceptos, cuyo dominio los hará artistas”.
“Interpretar el doble papel de Odette/Odile es un reto para cualquier bailarina, especialmente Odile, ya que el cisne negro encarna la maldad, una maldad que le es ajena, y se requiere diferentes registros técnicos e interpretativos. Sin embargo, cuando bailaba mis papeles favoritos eran los de Carmen y Giselle”, afirma la nonagenaria artista.
Varias editoriales esperan sus memorias. Al ser preguntada que para cuándo ese jugoso libro, la diva cubana contesta: “Mi tiempo se ha invertido en vivir, y no en contar mi vida. No obstante, mis memorias se han ido dando en mi libro Diálogos con la danza, y en múltiples entrevistas y documentales. Quizás algún día todo pueda reunirse en un solo libro”.
Alicia Alonso no deja de decir que extraña la escena y bailar. ¿Cómo es bailar por dentro y coreografiar con la mente? Como se sabe, la artista ha ido progresivamente perdiendo la visión: “Pues sí que extraño la escena. Lo de bailar por dentro y coreografiar con la mente ha sido una larga experiencia en mi vida. Cuando al principio de mi carrera tuve que operarme de los ojos, aprendí a repasar las coreografías en mi mente. Hoy puedo ver el baile y la composición de pasos en la escena con mi imaginación. Ello se complementa con lo que aún pueda ver, en la percepción de la música y en otros elementos que me apoyan”. Con este peculiar y diríase que único método creativo, Alonso hizo uno de sus últimos ballets, Muerte de Narciso, inspirándose en el poema de José Lezama Lima. Era la segunda vez que tocaba ese argumento mitológico: “El tema de Narciso me interesó siempre, y su concepción se nutrió con mi experiencia bailando durante décadas con grandes figuras masculinas de la danza, que a su vez habían recibido una tradición sobre la forma de concebir e interpretar a esas grandes figuras épicas de la mitología”.
Interesada en el arte moderno y la música contemporánea, Alonso compuso una obra rompedora, Génesis, con música de Luigi Nono y escenografía de Jesús Soto. ¿Por qué no sigue en cartel a pesar de su éxito? “Génesis es un trabajo muy apreciado por mí, y que exhibimos en varios países de América y Europa. Lo que ha entorpecido su reposición es que el escenario es un penetrable escultórico creado por Soto, que el tiempo y el uso deterioró, y cuya confección es compleja y costosa. Pero espero reponerlo algún día”.
Recientemente el poeta, ensayista y crítico cubano Roberto Méndez presentó el libro Alicia Alonso o la eternidad de Giselle, de Mayda Bustamante, publicado por la Editorial Cumbres, de Madrid, España.
El compendio, profusamente ilustrado, constituye la más completa antología de textos críticos sobre el tema y los autores, expertos de distintos países, reflejan los aportes de Alonso al rol protagonista de Giselle.
Alonso debutó en Giselle el 2 de noviembre de 1943, en el Metropolitan Opera House de Nueva York, junto al prestigioso bailarín inglés Anton Dolin como Albrecht y el elenco del American Ballet Thetre (ABT), compañía de la cual fue una de sus estrellas.
El libro de Bustamante también permite apreciar cómo las contribuciones de la bailarina se extienden más allá de su extraordinaria interpretación, pues la versión coreográfica que creó de la obra aún cautiva a los especialistas en múltiples escenarios y, en 1966, recibió un premio en un festival en París, Francia.
“Alonso es una de los personajes que más ha dominado el estilo en el ballet y que más ha diferenciado el romanticismo del clasicismo”.
Alicia Alonso no le gusta hablar de su sucesión al frente del Ballet Nacional de Cuba. “Ya sé que cuando se han vivido muchos años dirigiendo, parece que esta pregunta es inevitable. Sin embargo, nunca me lo he planteado en término de nombres. Sencillamente, he creado una escuela, una compañía, una tradición… Durante toda mi vida he ayudado a la formación de bailarines, maestros y coreógrafos. Mucho personal artístico y técnico ha crecido a mi lado. Por eso creo que el relevo no será difícil. Pero no invierto mi tiempo pensando en el final, sino sintiéndome parte del presente y ¿por qué no? del futuro”.
“Mi legado artístico, lo dejo en una escuela, una tradición, una compañía organizada, una ética artística. Partiendo de eso, no creo que sea difícil defenderlo”.
“Mi tiempo se ha invertido en vivir, y no en contar mi vida”.
Alicia Alonso nació el 21 de diciembre de 1920 en La Habana, Cuba y fue bautizada como Alicia Ernestina de la Caridad del Cobre Martínez del Hoyo. Hija de padres españoles, fue la más pequeña de cuatro hermanos y comenzó el aprendizaje de la danza a la edad de nueve años.
Con sólo nueve años de edad, Alicia ya sabía lo que quería ser de grande y dio inicio a sus estudios de ballet en la Sociedad Pro-Arte Musical.A los 15 años se casó con Fernando Alonso, un bailarín, desplazándose a los Estados Unidos. Fue de él quien tomo el apellido que la haría conocida hasta hoy. Llegó a la ciudad de Nueva York y estudió con Anatole Vilzak y Ludmilla Shollar en la escuela del American Ballet Theater, después lo haría en Londres con Vera Volkova.
“Alicia Alonso es una bailarina muy dotada técnicamente, pero eso es un complemento, lo que la ha hecho grande es su versatilidad, su capacidad de entender los roles, y de actualizarlos”.
Con 19 años, Alicia sufrió de una enfermedad en uno de sus ojos que la dejaría parcialmente ciega. Desde ese momento no podía estar sola y sus compañeros debían estar en el lugar exacto donde ella esperaba y se hacía uso de luces en distintos lugares para que pudiera guiarse.
Alicia bailó en los musicales de “Great Lady” en 1938 y “Stars in your eyes” en 1939. En 1948 se fundó con el nombre de ballet Alicia Alonso, el que ahora es el Ballet Nacional de Cuba. Esta sería la primera compañía profesional de ballet en este país.