Allí se alojan los más vulnerables. Pero esas víctimas no figuran en las estadísticas. Muchos fallecen solos, sin asistencia de sus familiares.
EHPAD es una sigla que es sinónimo de muerte en estos duros días del coronavirus en Francia. Estos asilos de ancianos, que alojan a los más vulnerables y enfermos, esperan al menos 100.000 muertos en la pandemia pero las estadísticas penan en identificar el número exacto. Hasta ahora los muertos del virus se contabilizan en los hospitales y no en los asilos.
Con las visitas familiares prohibidas para evitar contagios, los abuelos y abuelas luchan silenciosamente para vivir y sobrevivir la crisis a puertas cerradas, aislados de los suyos y con una alta posibilidad de morir solos y angustiados.
El coronavirus se ha logrado infiltrar en algunos de los EHPAD franceses, que tienen faltas de medios, de máscaras y guantes para protegerse y proteger a los ancianos. El asilo Le Bosquet de la Mandalaz en Silling, en el Alto Sabayo, ya pagó duramente la ola del virus: al comienzo de marzo tuvo siete muertos contaminados.
“Primero nos miraban como la peste”, contó Eric Lacoudre, director de este EHPAD asociativo.”Pero después llegó la gente de los alrededores y nos hemos beneficiado de una increíble solidaridad”.El barman de un pueblo vecino llegó a ayudar, las enfermeras de los alrededores se acercaron, los voluntarios también y comenzaron a remontar la tragedia para salvar a los otros.
Otros EHPAD son más discretos. Nadie quiere responder las preguntas, dar sus nombres.
En el EHPAD de Aiguerelles en Mauguio, en la región de Herault, tres ancianos que dieron positivo al virus murieron. Otros cuatro fallecieron sin ser testeados pero con síntomas del virus. Al menos 29 de 78 son portadores del virus y seis de sus 40 enfermeros. La dirección del lugar se comunica con los familias pero no con la prensa.
En Paris, los asilos de ancianos fueron tocados duramente. Cinco muertos tuvo el EHPAD de la Fundación Rothschild, que había tomado todas las precauciones. Otros cinco murieron en La Coeur, el asilo de Louvecinees, en los Ivelines. Muchos de sus familiares se han enterado de la muerte de sus ancianos pero no saben si ha sido por coronavirus, ante el caso de que deban tomar precauciones en su funeral.
«Quedate en casa», el cartel luminoso en la Torre Eiffel, en medio de la cuarentena en Francia. /AFP
En su briefing diario, el doctor Jêrome Salomon, director de la salud, no distingue los decesos en los EHPAD. Los viejos son los muertos sordos, silenciosos, de alguna manera los NN de la tragedia. Solo cuentan en la estadística los que fallecen en los hospitales.
El diario Le Monde informó que solo dos de cada tres casos que tengan síntomas son testeados en Francia. Cuando los ancianos mueren en el hospital, el servicio no registra que provienen del asilo.
En Altos de Francia hay 18 EHPAD sobre 580 que declaran un caso positivo al coronavirus o Covid 19.
“No hay omertá” aclara Olivier Obrecht, que es director general adjunto de la ARD Bourgogne Franche Comoté.”Tenemos una comunicación estricta para no asegurar a la gente falsamente pero tampoco aterrorizarla”, aclara.
Los geriátricos franceses llaman al gobierno a enfocar a la epidemia ofensivamente y ayudar a los ancianos a sobrevivir. La idea es que los directores de los asilos sean formados para detectar signos, antes que la tos y la fiebre arrasen la salud de los enfermos. El jefe del polo Gerontológico de Montpellier, Hubert Blaid, alerta que los ancianos tienen otros síntomas del virus: diarrea, pérdida de equilibrio, dificultades cognitivas antes de la fiebre y la tos.
Para el personal, la utilización de máscaras es indispensable y no es evidente en los geriátricos. Al menos se necesitan medio millón y no hay suficientes en Francia.
Los ancianos de los asilos son los más vulnerables al coronavirus, sus inevitables victimas. Sus familias están desesperadas de no verlos, de dejar a muchos morir solos y sin contacto, en la peor hora de su vida. Desde el 6 de marzo, el presidente Emmanuel Macron pidió limitar las visitas y el Ministerio de Salud las canceló simplemente. A la enfermedad se suma la soledad, el aislamiento, el miedo a la muerte sin los seres queridos al lado.
“Yo tengo el tremendo sentimiento de haber abandonado a mamá. Llamé hoy porque tiene un teléfono en su cuarto.Ella lloraba, nos reclamaba. Los medios de comunicación modernos no pueden reemplazar la proximidad que ellos necesitan. Siento que estoy abandonando a mamá cuando ella más me necesita”, confesó Marion, que es una empleada de banco confinada en Paris. Su mamá está en un asilo en el este de la ciudad. Paga 2780 euros por mes para que la tengan.
Los EHPAD son el segundo lugar con mayor número de muertos por el coronavirus en estos días.La propia autoridad sanitaria asegura que ellos subestiman estos casos mientras la tragedia a puertas cerradas de los asilos continua, al ritmo geométrico de la pandemia en Francia.
París, corresponsal