En su primer discurso como presidente
Gabriel Boric advirtió que promoverá el respeto por los derechos humanos “sin importar el color del gobierno que los vulnere”
Desde el balcón del palacio de La Moneda, el presidente chileno advirtió que “nunca más se repetirán” las violaciones a los derechos humanos en ese país.
El nuevo presidente de Chile, Gabriel Boric, dejó marcado sus límites al advertir este viernes que promoverá «siempre» el respeto a los derechos humanos «sin importar el color del gobierno que los vulnere», en una clara referencia a los regímenes de Cuba, Venezuela y Nicaragua.
De esta manera, el mandatario se diferenció de las ambigüedades del Gobierno de Alberto Fernández que en forma reiterada evitó condenar las acciones de estos gobiernos en distintos ámbitos internacionales.
Frente a una multitud que colmó la Plaza de la Constitución y sus alrededores, en Santiago, Boric agradeció a la ciudadanía haberle dado el honor de llegar al máximo cargo de la nación. «El pueblo de Chile es protagónico en este proceso. No estaríamos aquí sin las movilizaciones de ustedes y quiero que sepan que no llegamos aquí para llenar cargos, solazarnos entre nosotros y para generar distancias inalcanzables; llegamos a entregarnos en cuerpo y alma al compromiso de hacer mejor la vida en nuestra patria», afirmó.
Luego describió las grandes demandas de la sociedad chilena: «las personas mayores cuya pensión no les alcanza para vivir, porque algunos decidieron hacer de la previsión un negocio; las de quienes se enferman y sus familias no tienen cómo costear el tratamiento; las de los estudiantes endeudados; las de los campesinos sin agua por sequía y por saqueo; las de las mujeres que cuidan a sus niños con T.E.A., que en cada lugar de Chile me las encuentro, a sus familiares postrados y a sus bebés indefensos».
Ante una plaza llena, el jefe de Estado también se comprometió a atender los pedidos de «las familias que siguen buscando a sus detenidos desaparecidos, que no dejaremos de buscar» así como los reclamos de «las disidencias y diversidades de género que han sido discriminadas y excluidas por tanto tiempo».
La multitud aplaudió las palabras del nuevo presidente chileno y coreó con fuerza, alegría y esperanza «Boric, amigo, el pueblo está contigo».
En este contexto, el presidente definió la naturaleza del país como «este Chile, hecho de diversos pueblos y naciones, instalado en una cornisa del continente, entre las cordilleras imponentes y su océano mágico, entre el desierto de vida y los hielos antárticos (…) ha vivido violaciones a los derechos humanos que nunca más se repetirán en nuestro país».
«En este primer año de Gobierno, nos hemos impuesto como tarea acompañar de manera entusiasta el proceso constituyente por el que tanto hemos luchado, vamos a apoyar decididamente el trabajo de la Convención, necesitamos una Constitución que nos una, que sintamos como propia», aseguró en otro tramo de su mensaje. «Una Constitución que -apuntó- a diferencia de la que fue impuesta a sangre, fuego y fraude, nazca en democracia, de manera paritaria, con participación indígena, una constitución que sea para todos y no unos pocos, sin caricaturas, y nos digo a nosotros que escuchemos, para que el plebiscito de salida sea un punto de encuentro», resaltó.
A sus 36 años, el ex diputado y antiguo líder estudiantil se convirtió este viernes en el presidente más joven y más votado de la historia del país y en el primer mandatario ajeno a las grandes coaliciones de centro que gobernaron los últimos 30 años.
«Cuando la riqueza se concentra solo en unos pocos, la paz es muy difícil. Necesitamos redistribuir la riqueza que producen quienes habitan nuestra patria», remarcó Boric, quien agregó que «desde Chile, en nuestra América Latina (…) haremos esfuerzos para que la voz del sur se vuelva a escuchar firme en un mundo cambiante».
«Estamos de nuevo abriendo las grandes alamedas, por donde pase el hombre libre, el hombre y la mujer libre para construir una sociedad mejor. Seguimos. íViva Chile!», expresó Boric en el tramo final de su mensaje en un parafraseo al último discurso del socialista Salvador Allende antes de morir durante el golpe militar de 1973, lo que hizo estallar a la multitud.