Es usual que cuando se tiene hijos se les quiera dar la mejor crianza posible, para que así aprendan habilidades emocionales e intelectuales y puedan desenvolverse en el mundo de manera óptima a medida que crecen.
Si bien, muchas veces se pueden tomar decisiones pensando en que son las más adecuadas para entregar estas herramientas, hay ciertas ocasiones en las que se dejan de lado aspectos que son esenciales.
La fundadora de Success Academy Charter Schools y autora del libro A+ Parenting: The Surprisingly Fun Guide to Raising Surprisingly Smart Kids (Harvest, 2023), Eva Moskowitz, se refirió recientemente a esta temática en un artículo que escribió para CNBC.
La experta en educación y también madre de tres hijos lleva años estudiando este tópico, lo que le ha permitido identificar ciertas tendencias habituales.
“Con demasiada frecuencia, veo que los padres ponen mucha energía en enseñar a sus hijos a actuar de forma responsable, a limpiar su habitación o a hacer los deberes. Todo eso es importante, pero hay algo que muchos olvidamos por completo: cómo disfrutar de la vida”.
Si bien, Moskowitz reconoció que pareciera que aquello se da “de forma natural” en los pequeños, también recalcó que “muchos niños felices se convierten en adultos infelices”.
Es cierto que la felicidad no es un estado permanente. Sin embargo, la experta compartió un consejo clave para enseñar a los infantes y que así puedan potenciar su bienestar a lo largo de sus vidas.
Lo que los padres “olvidan por completo” de enseñar a sus hijos y que es clave para que sean felices, según una experta. Foto: referencial.
En primer lugar, Moskowitz enfatizó que hay que tener cuidado con cómo se les presenta el concepto de felicidad.
“Según mi experiencia, las personas son más felices cuando su vida incluye algún tipo de actividad significativa y productiva”, aseguró, para luego añadir que “por desgracia” usualmente se hace la asociación de que “la felicidad proviene del consumo”.
Esto último puede generar múltiples complicaciones, debido a que apoya la idea de que dicha emoción solo puede alcanzarse cuando se compran objetos materiales.
“Aunque tu hijo no esté expuesto directamente a mucha publicidad, puede estar expuesto a la cultura que esta ha creado. Por ejemplo, sus amigos les enseñan un juguete nuevo increíble con el que jugarán durante una semana hasta que les regalen otro, o asisten a una fiesta de cumpleaños en la que un amigo es colmado de regalos”.
Para evitar que los niños caigan en un escenario en el que crean que el bienestar se obtiene al adquirir artículos constantemente, la especialista hizo una serie de recomendaciones.
“No animes a tu hijo a creer que tener cosas da la felicidad haciéndole demasiados regalos. El concepto de que expresas tu amor por alguien haciéndole un obsequio es una bonita idea que en su día funcionó bastante bien, pero hoy en día muchos niños reciben tantas cosas que rápidamente se convierte en una exageración”.
Una manera efectiva para combatirlo, según Moskowitz, es que los padres refuercen con sus propios comportamientos la idea de que lo material no es lo más importante, para que así los pequeños lo interioricen.
Lo que los padres “olvidan por completo” de enseñar a sus hijos y que es clave para que sean felices, según una experta. Foto: referencial.
Bajo esta línea, planteó a modo de ejemplo que si se acerca el cumpleaños de tu cónyuge, puedes sugerirle a tu hijo que como regalo le comparta un recuerdo bonito que tuvo con él o ella, en vez de un objeto que se pueda comprar con dinero.
“También puedes ayudarlos a idear regalos que tengan sentido, como una tarjeta hecha a mano, una torta casera o recitar un poema. Los niños tienen que entender que, aunque el dinero puede darles la oportunidad de ser felices, no pueden consumir su camino hacia la felicidad”.
Junto con ello, la experta aconsejó jugar con ellos con elementos sencillos —por ejemplo, una baraja de cartas común—, para así “demostrarles lo bien que se puede pasar” sin utilizar los objetos más caros o imponentes.
A esto se le suma que pueden hacer actividades productivas como cocinar y construir artículos juntos con sus propias manos, además de otras de carácter intelectual, como ir a un museo o a un evento cultural.
En este sentido, Moskowitz sentenció en su artículo para el citado medio: “Si puedes enseñar a tus hijos el valor de estas pequeñas cosas, sus posibilidades de ser felices aumentarán inconmensurablemente cuando sean mayores”.