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Lassie: la decepcionante verdad detrás de la famosa perra que dominó el mundo del entretenimiento durante más de dos décadas

Feminista figura victoriana, heroína de la vida real, fenómeno literario y estrella de la industria audiovisual. Con esa mochila en la espalda, Lassie devino icono de la cultura popular globalizada. Logró que las familias de todo el planeta incorporaran una collie de pelo largo como mascota hogareña, multiplicó su imagen en infinidad de productos comerciales y marcó la industria televisiva entre 1954 y 1973. Pasó de defender el modelo conservador norteamericano a mostrar la conflictiva realidad de los ‘60. Mientras lidiaba con la pubertad, el alcoholismo y la muerte de los protagonistas de la serie, sorteó los prejuicios de la época para incorporar en sus tramas a las distintas minorías y a las infancias en estado de vulnerabilidad social. Pero pagó un alto precio por ello: pese a que había nacido hembra, Hollywood la condenó a ser representada siempre por cachorros machos, ocultando esa mirada sexista a los ojos del mundo.

Perra feminista

Joven, bella, elegante y cordial. Elizabeth Cleghorn Gaskell era todo lo que una verdadera dama victoriana debía ser. Admiradora de Jane Austen y amiga de Charles Dickens, se dedicó a escribir desde muy temprano. Con beligerante prosa feminista, comenzó a publicar en la revista londinense The Cornhill Magazine una serie de obras que denunciaban los abusos que sufría la clase trabajadora, mientras empoderaba a las mujeres invisibilizadas de su tiempo. En The Half-Brothers (1859) dio el protagonismo a una enorme y blanca perra collie, leal a la mano del amo que sólo sabía maltratarla. La llamó Lassie; y al hacerla rescatar a dos hermanastros perdidos en la nieve, demostró que era más inteligente, valiente y humana que todos los hombres que aparecían en el cuento.

Lassie, en una de sus encarnaciones televisivas

Lassie, en una de sus encarnaciones televisivas.

Según los especialistas, entre las lectoras de Gaskell se encontraba una anónima mujer de la localidad inglesa de Lyme Regis, que había bautizado Lassie a su amigable collie marrón. En enero de 1915, el pub portuario donde trabajaba fue utilizado por la Armada británica como morgue provisoria para 500 soldados ahogados en las cercanías. En su Guía de naufragios en Dorset y el sur de Devon, Nigel Clarke anotó que “ante los cadáveres apilados, la perra se abrió camino entre los cuerpos y se acostó al lado de una de las víctimas. Después de media hora de darle calor y lamerle la cara, el marinero abrió los ojos. Herido pero vivo, el militar fue trasladado al hospital local y finalmente se recuperó”. La historia atrajo a la prensa local y el nombre de Lassie llegó a los titulares sensacionalistas.

Dos décadas más tarde, buscando ideas para el cuento que debía entregarle al semanario The Saturday Evening Post, el novelista Eric Knight decidió fusionar ambas Lassies en la epopeya de una perra perdida que vencía todos los obstáculos con tal de regresar a su casa, reencontrarse con su familia humana y volver a poner una sonrisa en el rostro del pequeño Joe. Desde su aparición el 17 de diciembre de 1938, Lassie Come-Home se ganó el corazón de los norteamericanos. “Se republicó un par de veces con el mismo éxito -dijo Knight-; y por eso me pidieron que transforme el cuento en una novela”. El libro salió a la venta en 1940 y fue un verdadero bombazo. Las ediciones se agotaron una atrás de otra; y el furor llegó a oídos de Hollywood.

Metiendo el perro

A Louis B. Mayer se le venía dando bastante bien con el mundo del espectáculo. En una década, había pasado de gestionar un teatro en Massachusetts a dirigir su propia empresa cinematográfica. En 1924, junto con Marcus Loew y Samuel Goldwyn, fundó la Metro Goldwyn Mayer (MGM), el estudio que empezó a marcar el ritmo del séptimo arte norteamericano. Como productor, además, Mayer se vanagloriaba de haber creado el star system hollywoodense, gracias a su especial olfato para descubrir talentos. “Fue la primera persona que me llamó cuando el fenómeno de Lassie empezó a crecer -recordó Knight-. Y mientras hablaba conmigo, me di cuenta que ya tenía la película hecha en su cabeza”.

Para los protagónicos humanos, Mayer eligió a dos adolescentes de su propia factoría: la estrella infantil Roddy McDowall y una debutante Elizabeth Taylor. Sólo le faltaba encontrar a Lassie. El casting se llevó a cabo en el norte de California, en una zona inundada por la brutal crecida del río Sacramento. La idea era escoger a la perra mientras se rodaban escenas en locaciones naturales que después iban a ser intercaladas en el metraje del film. Los primeros en llegar a la cita fueron el adiestrador Rudd Weatherwax y su perro Pal, imponente collie de pelo largo que fue descartado en el acto. “Estamos buscando perras, no perros, me dijo de muy mala manera el director Fred Wilcox -contó Weatherwax-. Por suerte, no nos fuimos del lugar”.

De acuerdo con la leyenda, cuando una de las perras se metió en el río para rendir su prueba de velocidad y resistencia, cayó exhausta y empezó a ser arrastrada por las aguas. Sin dudarlo, Pal la rescató. “Lo hizo con elegancia y sin esfuerzo aparente -afirmó Mayer-. Estaba claro que el perro que entró al río era Pal, pero la que salió era Lassie”. El contrato que se firmó entre las partes fue estándar, salvo por una cláusula hiperconfidencial. Nadie, nunca, podría enterarse que Lassie era un macho, no una hembra.

Lassie Come Home llegó a los cines estadounidenses el 7 de octubre de 1943. Su brutal éxito económico sólo fue superado por el descomunal impacto social que alcanzó, haciendo que la mayoría de las familias sumaran una perra a su hogar. Según la Asociación Americana de Medicina Veterinaria, la venta de collies de pelo largo creció un 500 por ciento en el año; y esa raza canina quedó definitivamente instalada en el top five del ranking de mascotas. Además, el film generó toneladas de merchandising, novelas, cómics, un radioteatro semanal y, por supuesto, seis secuelas cinematográficas entre 1946 y 1951.

Por decisión de Mayer, Lassie pasó a formar parte del star system y dejó de ser un personaje para transformase en una actriz profesional, que interpretaba diferentes personajes en la gran pantalla. “A mi modo de ver, fue un error -sentenció Weatherwax-. Sólo fue Lassie en tres películas. En el resto de las producciones fue siempre un cachorro con otro nombre. Un perro que hacía de perra actuando de perro, a veces bueno y otras malo, en escenarios que nada tenían que ver con el ambiente rural original. Y eso a la gente le fue gustando cada vez menos”.

La última película de la saga, The Painted Hills, fue un rotundo fracaso de crítica y público. A causa de las pérdidas multimillonarias, MGM cortó la franquicia y quedó debiéndole a Weatherwax el sueldo íntegro del último año. “Después de un largo conflicto, llegamos a un acuerdo -comentó el entrenador- y Mayer pagó la deuda cediéndome la propiedad de la marca Lassie. Creyó que me estaba sacando ventaja, pero al final el negocio lo terminé haciendo yo”.

Te rompo el rating

La negociación fue rápida. Con 2 mil dólares, el productor Robert Maxwell se agenció los derechos para llevar a Lassie a la TV. En su haber estaban Las aventuras de Superman, y tenía más confianza en el potencial de la collie que el propio Weatherwax. En un par de semanas, definió las características del programa. Idílico entorno rural con el foco puesto en la granja de la familia Miller, conformada por la joven viuda Ellen (Jan Clayton), su hijo Jeff (Tommy Rettig) y el abuelo George (George Cleveland), encarnación perfecta de los valores tradicionales afines al conservadurismo estadounidense. Sin mayores complicaciones argumentales, cada moralizante aventura terminaría con Lassie rescatando a Jeff del problema en el que estuviera metido. Por cuestiones de edad, el papel de Lassie fue compartido entre Pal y su hijo, Lassie Jr., que fue ocupando cada vez más tiempo de rodaje hasta quedar como único protagonista.

El domingo 12 de septiembre de 1954, a las 19 hs, Lassie debutó en la pantalla de la CBS. Desde el primer día lideró su franja horaria, se mantuvo entre los 25 programas más vistos del país e instaló una nueva “Lassiemanía” que multiplicó los efectos de la primera. “Cuando cumplimos tres años en el aire, sentí que ya no tenía nada que aportar, así que le vendí mi parte a la Wrather Corporation y me fui. Era necesario insuflarle un aire nuevo que yo no tenía”, declaró Maxwell a TV Guide en 1957. Jack Wrather, el nuevo productor, asumió sus funciones trayendo cambios radicales. “Jeff ya era un adolescente -aseguró-; y lo lógico era que empezara a interesarse en las chicas más que en andar correteando con su perra”. Por eso, en el primer capítulo de la cuarta temporada (1957-1958), Jeff le pasaba la posta a Timmy (Jon Provost), niño huérfano que se quedaba a vivir con los Miller y se transformaba en el nuevo gran amigo de Lassie.


Jon Provost como Timmy.

La felicidad de la familia, dentro y fuera de la pantalla, parecía asegurada. Hasta que la tragedia llamó a la puerta. El 15 de julio de 1957, en un alto de las grabaciones, George Cleveland murió de un infarto. “Nos pareció que el mejor homenaje que podíamos rendirle era hacer que el abuelo también muriera en la ficción -se sinceró Wrather-. Además, la serie nunca había tocado el tema de la muerte de un familiar, algo que nuestros espectadores seguramente habían experimentado en sus vidas”. La CBS puso el grito en el cielo, alegando que esa temática podía dañar psicológicamente a su audiencia. Pero Wrather no sólo insistió hasta salirse con la suya, sino que decidió patear el tablero y reformularlo todo.

El 12 de enero de 1958, el episodio apropiadamente titulado “Transición”, marcó la historia de la TV estadounidense. Por vez primera, un programa infantil abordaba el tema de la muerte de un protagonista, elaborando la tristeza y el duelo desde las sensaciones del mundo preadolescente. Después del entierro, los Miller vendían su granja, abandonaban el pueblo y dejaban a Lassie y a Timmy bajo la responsabilidad de Paul Martin y su esposa Ruth (Jon Shepodd y Cloris Leachman, rápidamente reemplazados por Hugh Reilly y June Lockhart). Con esta dinámica renovada y el mismo espíritu de siempre, Lassie sumó el auspicio de las sopas Campbell y entró en su época dorada. Sin que el gran público notara la diferencia, los collies Spook y Baby, dos nietos de Pal, se sucedieron como Lassie.

Al principio, la teleplatea siguió religiosamente las andanzas del collie y su chico. El show alcanzó sus máximos niveles de reconocimiento popular y explotación comercial, obteniendo incluso la preciada estrella en el famoso paseo de Hollywood Boulevard. Pero en 1963, tras cinco años de avanzar en automático, las mediciones empezaron a dar cuenta de cierta fatiga en los espectadores. “Teníamos que hacer algo importante -afirmó Wrather-. Y lo hicimos”. Volviendo a las fuentes originarias del mito, la serie presentó su primera historia con “continuará”. Cinco episodios que tuvieron a Timmy y Lassie perdidos en los gélidos bosques canadienses. Sobreponiéndose a la naturaleza salvaje, ambos debían encontrar el camino a casa, sorteando las inclemencias del clima, las traicioneras aguas de los rápidos y el ataque de un oso colérico. Para acentuar su carácter excepcional, la saga se filmó en colores y en escenarios naturales. La repercusión fue tan grande, que una versión abreviada se estrenó en cines a fines de 1963, bajo el título Lassie’s Great Adventure.

Solucionada la crisis del rating, Wrather tuvo que hacerle frente a un problema hasta entonces impensado, la pubertad de Provost. “Quería empezar a salir con chicas -reveló el actor-, pero para ellas yo seguía siendo el nene que corría atrás de Lassie. Estaba realmente cansado de Timmy, necesitaba hacer otras cosas. Había llegado el momento de dar un paso al costado”. Wrather cerró el ciclo de Timmy con la familia migrando a Australia y poniendo la clásica granja en venta. “La serie había cumplido diez años, el público original había crecido y, de a poco, estaba abandonándonos -analizó el productor-. Para recuperarlos, entendimos que lo mejor era poner un adulto al lado de Lassie; sacar al programa del drama familiar y volcarlo hacia la aventura y la acción”.

Relevancia y caída

El 6 de septiembre de 1964, la 11º temporada introdujo al guardabosques Corey Stuart (Robert Bray), haciéndose cargo de Lassie y la granja. La respuesta del público fue muy satisfactoria, la serie recuperó sus niveles de encendido y, como de costumbre, Wrather redobló su apuesta. A partir de 1965, Lassie pasó a filmarse y emitirse en color; y sus aventuras se mudaron a diferentes parques nacionales y reservas naturales de los EE.UU. Durante los siguientes cinco años, los protagonistas recorrieron California, Florida, Illinois, Nevada, Montana, Carolina del Norte, Missouri, Kentucky, Pensilvania, Alaska, Oregon, Virginia, Colorado, Wyoming, Texas, Nuevo México y Arizona, desarrollando historias cada vez más largas, complejas e interconectadas. Apostando a un realismo visual mucho más convincente, se filmó en locaciones reales de New Orleans, San Francisco, la Cordillera de los Apalaches y el Valle de los Monumentos.

Entre los fanáticos, estos años pasaron a ser conocidos como la etapa “adulta y relevante” de la serie. Por su mirada ambientalista y ecológica, su condena al maltrato animal y la caza furtiva, su constante prédica preventiva contra los incendios forestales y la polución ambiental. También por animarse a dialogar con la realidad sociopolítica de la época, incorporando referencias a la Guerra de Vietnam, los ensayos nucleares en el Pacífico, la carrera espacial, el pacifismo hippie, una representación más respetuosa de las minorías y un cierto empoderamiento femenino, que no se vio reflejado en la figura de Lassie, que siguió siendo interpretada por los perros machos descendientes de Pal. Por contribuir moralmente al mejoramiento comunitario de los EE.UU., Lassie fue condecorada en 1967 por la primera dama Claudia Alta “Lady Bird” Johnson, en la mismísima Casa Blanca. “Todo muy hermoso -sentenció Wrather-, pero el trabajo se había vuelto imposible. Un verdadero infierno”.

Sin que se hiciera púbico, la producción de Lassie venía intentando ayudar a Robert Bray en su lucha personal contra el alcohol. Pero con cada temporada, el consumo se volvía cada vez más problemático y las jornadas de grabación, más largas y complicadas. “Hicimos todo lo que pudimos, hasta que no pudimos hacer más”, dijo Wrather. En el episodio del 13 de octubre de 1968, el personaje de Bray quedaba atrapado en un incendio, sufría gravísimas quemaduras y era enviado a recuperarse a un hospital. Su lugar al lado de Lassie fue ocupado por otros dos guardabosques, Bob Erickson (Jack DeMave) y Scott Turner (Jed Allan), acompañados en contadas ocasiones por el adolescente Neeka (Mark Miranda), representante de la tribu amerindia tlingit, nativa de Alaska.

El show empezó a desmoronarse. “Para salvar la licencia, se probaron distintas fórmulas, pero ninguna funcionó”, analizó en 1986 Bob Weatherwax, hijo de Rudd a cargo del entrenamiento de los canes. Con el interés por los guardabosques en retirada, Wrather le jugó unas fichas al formato antológico, con Lassie recorriendo los EE.UU. por cuenta propia, sin humano fijo al lado. La trama principal hizo de Lassie una madre de tres cachorritos idénticos, a los que fue ubicando en distintas familias a lo largo del camino. El rating se desmoronó y la CBS eliminó la serie de su grilla el 17 de marzo de 1971, tras 17 años ininterrumpidos de aire.

Sin darse por vencidos, Wrather y Weatherwax se unieron para producir, filmar y distribuir por su cuenta nuevos episodios de Lassie. Por el renombre del título, no les costó mucho esfuerzo colocar el programa en la mayor parte de las cadenas televisivas independientes de los EE.UU. “Nos jugamos nuestra bala de plata -advirtió Wrather- y buscamos fusionar lo más conocido y lo mejor que teníamos para ofrecer: el entorno rural y la relevancia social”.

A partir del 7 de octubre de 1971, Lassie apareció afincada en el Rancho Holden, hogar para niños abandonados regenteado con cariño y comprensión por el viudo Garth Holden (Ron Hayes), su hijo Ron (Skip Burton), su hermano Keith (Larry Pennell) y la veterinaria Sue Lambert (Sherry Boucher), que además trabajaba en un cercano refugio para animales maltratados. Sin ahondar en las historias personales de los chicos, la serie incorporó una serie de perfiles que la TV de esos años no parecía tener en cuenta: discapacitados, migrantes, retraídos (que hoy serían diagnosticados como pacientes con trastornos del espectro autista) y víctimas de violencia familiar, entre otros. “La propuesta estuvo muy bien conceptuada por la crítica -sostuvo Weatherwax-, pero el público no nos acompañó”. La patriada se sostuvo sólo dos años. El 24 de marzo de 1973, con 19 temporadas y 591 episodios, Lassie se despidió de la TV.

Cómo ya era un clásico, las repeticiones fueron moneda corriente en todo el planeta. Con las décadas, la licencia se expandió con series de imagen real y dibujos animados, películas para cine y TV, obras de teatro y comedias musicales de EE.UU., Canadá, Reino Unido, Alemania, Australia, Rusia y Japón, donde el animé Meiken Lassie fue un éxito arrollador. Para Bob Weathermax, las razones de su permanencia son eternas y universales: “Amistad, bondad, justicia y verdad -enumeró en 1986-. Por eso decidimos revelar que Lassie siempre fue interpretada por un perro, descendiente del Pal original, en todas las producciones que nosotros autorizamos. Tal vez vaya siendo hora de que eso cambie, ¿no?”. A 164 años de su nacimiento con impronta feminista, Lassie sigue esperando.

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