Víctor Manuel Rocha cayó redondo en la trampa de un agente del FBI, asignado a la contrainteligencia estadounidense, que lo contactó a través de un mensaje de WhatsApp: «Buenas tardes embajador, mi nombre es Miguel y tengo un mensaje para usted de parte de sus amigos en La Habana. Es un tema sensitivo. ¿Está disponible para que hablemos por teléfono?», le escribió el oficial encubierto.
La respuesta de Rocha sellaría su futuro y expondría su carrera de cuatro décadas como espía para Cuba: «No lo entiendo, pero puedes llamarme», contestó.
Ese primer intercambio ocurrió el 15 de noviembre de 2022, mientras Rocha estaba en Miami, donde vive, y el espía no sospechaba que estaba en la mirilla del agente especial Michael J. Haley, asignado desde enero de 2021 a la Unidad de Seguridad Nacional de la oficina del FBI allí y un experto en la persecución de agentes cubanos en Estados Unidos.
El propio Haley se describe como un agente «familiarizado con el estilo usado por los agentes de inteligencia cubanos» y asegura que ha encabezado diversas actividades de espionaje y contrainteligencia relacionadas a Cuba desde la oficina en Miami.
Fue su buró el que tramó todo el andamiaje para lograr el arresto de Rocha, quien fue detectado por el FBI como un potencial agente extranjero, al cual se le imputan serios delitos que podrían encarcelarlo por lo que le resta de vida, como «actuar como un agente de un gobierno extranjero, conspirar para cometer delitos contra Estados Unidos y usar pasaportes de Estados Unidos obtenidos mediante información falsa».
El pasado
Esta no es la primera vez que Rocha es intervenido por sospechas de manejos extraños en sus posiciones como ciudadano y diplomático estadounidense.
El 8 de mayo de 1994, mientras era delegado político en la Embajada de Estados Unidos en la República Dominicana, el FBI entrevistó a Rocha y le preguntó si había tenido algún contacto con nacionales cubanos, lo cual el entonces diplomático negó. La acusación sometida en la Corte de Distrito del Sur de la Florida no especifica qué pasó tras ese interrogatorio, pero se hace evidente que Rocha continuó con sus actividades.
En sus años de diplomático, que discurrieron entre noviembre de 1981 y agosto de 2002, Rocha ocupó diversos cargos en el Departamento de Estado, entre ellos fue embajador en Bolivia entre noviembre de 1999 y agosto de 2002.
Además de ese acceso como embajador, Rocha pudo crear particular daño como espía en tres posiciones.
La primera, que discurrió entre entre de julio de 1994 y julio de 1995, fue la director de Asuntos Interamericanos del Consejo de Seguridad Nacional de Estados Unidos, desde donde se coordinaban accciones para toda América Latina.
La segunda ocurrió entre julio de 1995 y julio de 1997, cuando fue Segundo Oficial a Cargo de la entonces Sección de Intereses de Estados Unidos en Cuba, entidad desde la que se trabajaban las tensas relaciones entre los dos países y diversos programas de fomento de la democracia en la isla. Tener a Rocha allí representó para Cuba el logro de contar con un topo en el corazón de las operaciones de inteligencia de Estados Unidos dentro del estado comunista.
La tercera se produjo entre el 2006 y el 2012, cuando se convirtió en asesor del Comando Sur del Ejército de Estados Unidos, que maneja los temas de inteligencia militar para América Latina.
A partir del 2012 Rocha asumió la presidencia de Barrick Gold en República Dominicana, puesto que ocupó hasta el 2017 de manera exitosa y reconocida en el país.
Diario Libre pidió una reacción a Barrick Gold, pero al empresa optó por no emitir comentarios, dado los años de desvinculación con Rocha.
Al momento de su detención el viernes pasado, Rocha trabajaba como asesor internacional para la empresa de comunicación española Llorente y Cuenca, que cuenta con diversos contratos con gobiernos en la región, incluida la República Dominicana.
Según las imputaciones del FBI, Rocha ayudó activamente a la inteligencia cubana, proveyó información incorrecta a los Estados Unidos, viajó en diversas ocasiones fuera de Estados Unidos a reunirse con agentes cubanos y violentó procesos para adquirir documentos oficiales.
De hecho, la acusacación sostiene que Rocha contaba con varios pasaportes estadounidenses y destaca el uso que hacía de su ciudadanía dominicana, la cual consiguió al casarse con una nacional quisqueyana.
No se conoce qué actividad, si alguna, tuvo Rocha como espía a partir del 2012, pero el FBI explica en la acusación que se enteraron de sus labores previo a noviembre del año pasado. Concretamente se les informó de que era agente de la poderosa Dirección General de Inteligencia (DGI), un organismo que mantiene operaciones en Cuba, pero que en su momento más importante, en plena Guerra Fría, era dirigida por el propio Fidel Castro y aseguraba sostener importantes operaciones de espionaje dentro del gobierno estadounidense.
La primera reunión
Tras responder al mensaje de WhatsApp, Rocha recibió la llamada del agente encubierto, quien le dijo que lo contactaba en nombre de sus «amigos en La Habana» y le tocó dos destinos cruciales en la vida del espía: Chile y Santo Domingo.
Chile era el secreto más guardado por Rocha y evidentemente lo era tanto, que le abrió la confianza: «Sé que has sido un gran amigo nuestro desde tu paso por Chile», le comentó «Miguel» en la llamada. Santo Domingo es donde vivió y operó por años, donde se casó con la dominicana por la cual consiguió su ciudadanía, la cual le permitió viajar a Cuba, Panamá u otros países sin ser detectado como estadounidense.
«Tenemos unos problemitas en la isla y en nuestra Embajada en Santo Domingo también, pero no te preocupes, estoy para resolver la situación, pero son temas dedicados, será mejor vernos en persona», le expresó «Miguel» y Rocha mordió el ansuelo.
Quedaron para verse el día siguiente en una iglesia de exclusivo sector de Brickell en Miami, a las 10:00 a.m.
Rocha no llegó directo a la cita en la iglesia presbiteriana. Según el FBI, asumió la conducta típica de agentes de la DGI, al tomar rutas alternas, detenerse en lugares imprevistos para detectar si era seguido y observar el punto de encuentro para detectar cualquier anormalidad, como en las películas de espías.
Ya allí, Rocha pidió a quien creía era un «compañero», ir a un «food court» cercano, como medida preventiva aprendida en su entrenamiento, no fuera que una trampa les esperara en la Iglesia. «Miguel» le dijo a Rocha que estaba trabajando para Cuba de encubierto y que tenía las instrucciones de presentarse como su nuevo contacto. Ahí Rocha comenzó a describir sus actividades como agente de la DGI sin saber que era grabado en audio y video por el encubierto del FBI.
«Quiero expresarles a los ´compañeros´ que estoy muy agradecido y aprecio este contacto», le dijo Rocha, quien explicó que durante su último encuentro con la DGI tuvo una larga reunión en La Habana. Además, le comentó al agente federal que él prefería referirse a Cuba como «La Isla», no como «La Habana».
Rocha mantuvo una larga conversación con el encubierto, a quien veía por primera vez, y le contó temas personales, como cuando la DGI le pidió que retornara a la vida normal, en la cual se forjó una cobertura de ser una «persona de extrema derecha». Le explicó al agente disfrazado de espía cubano que era la primera vez que lo contactaban desde el «2016 o 2017», cuando viajó a La Habana desde Panamá como «dominicano».
En el mismo encuentro expresó su temor a ser traicionado o detectado en algún punto por sus actividades y que el objetivo de sus operaciones era evitar daños a los dirigentes cubanos o a la «Revolución».
Entonces Rocha sostuvo un intercambio en el cual habló de Chile.
Rocha: Fueron décadas, fueron décadas, digo, décadas que fueron duras…
Agente: ¿Cuántos años?
Rocha: Casi 40.
Agente: Wow.
Rocha: Uh, muy peligroso. Uh… Ellos deben haberte contado mucho, porque mencionaste a Chile… Eso… me dio confianza y a la vez pensé que hay puede haber un traidor que les haya dicho a ellos (FBI) que yo estuve en Chile… Tengo algo que decirte.
Agente: Dime.
Rocha: Me da mucho orgullo y satisfacción poder ver que gente como tú Miguel, que son muy jóvenes…
Agente: Gracias.
Rocha: Que sigue allá…
Agente: Gracias.
Rocha: Haciendo… esto no es fácil.
Agente: No, no es sencillo. No, es un reto…
Rocha: No es fácil.
Agente: Pero estamos batallando.
Rocha: No es facíl, uh, uh…
Agente: Gracias por tu amistad y ayuda por todos estos años, sabes. Gracias, muchas gracias.
Rocha: Claro, no hay problema. Este es un gran sacrificio, enorme, con una gran tensión que tienes que manejar internamente, con disciplina, todo el tiempo. Cuando tiene la convicción, tienes la autodisciplina.
Tras ese intercambio, Rocha accedió a otra reunión en febrero de este año, pero ya estaba condenado. De hecho, le dijo al agente que podían reunirse en un «food court» en Santo Domingo si había alguna dificultad para hacerlo en Miami.
La segunda reunión
El 17 de febrero de 2023 hubo otra reunión luego de que Rocha volviera a Estados Unidos tras un viaje de negocios. Se vieron en el mismo «food court» en Brickell y el agente encubierto le dijo que en Cuba querían saber si seguía como su «amigo», a lo cual respondió positivamente.
Rocha explicó cómo disciplinadamente estableció una estrategia para escalar dentro del Departamento de Estado y cómo la DGI lo fue «acompañanado» en el proceso. El agente le preguntó si podía volver a trabajar con ellos -lo que supone que no estaba activo recientemente- y Rocha contestó que no había ni que hacerle la pregunta, que «tenía acceso a información que es importante».
En el encuentro, Rocha expresó su preocupación por el estado de la Revolución cubana y la necesidad de protegerla. Adviertió de cómo un desliz podría provocar una reacción de parte de Estados Unidos, a quien se refiere como «ellos» o «el enemigo», y tirar el trabajo que hizo por años.
«La Dirección sabe lo que Rocha hizo… Lo que hemos hecho es enorme, más grande que un jonrón con las bases llenas», le expresó el exdiplomático al agente.
La tercera reunión
La pareja volvió a reunirse nuevamente el 23 de junio de 2023, nuevamente en el mismo «food court».
El agente tomó el comando de la conversación y le planteó a Rocha que «la Dirección quiere estar segura que todavía eres es un compañero de nosotros. ¿Sigues con nosotros?».
Rocha se enojó y consideró las preguntas una afrenta a su hombría, «como si quisieran que me rajara… que mostrara si me quedan testículos». El agente la bajó la nota y le dijo que reconocía su labor en el pasado y que debía tener un «tremendo par de huevos», a lo que Rocha respondió: «Sí, los tengo».
El espía contó al gente que en 40 años nunca puso a nadie en peligro, que no falló una misión, que siguió las reglas y que protegió su trabajo. Tras ese encuentro, quedaron en encontrarse el 8 de diciembre de 2023, encuentro que no se dará, porque Rocha fue arrestado tras un interrogatorio ocurrido el pasado 1 de diciembre de 2023.
El interrogatorio
Tras sus tres encuentros con el agente encubierto, que quedaron grabados, Rocha fue llamado por agentes del Servicio de Seguridad Diplomática de Estados Unidos para una entrevista voluntaria, a la cual asistió y en la cual «mintió reiteradamente».
Por ejemplo, le mostraron una foto del agente encubierto que lo contactó haciéndose pasar por espía cubano y le preguntaron si se había reunido con él. Respondió que lo vio una vez, a lo cual los dos agentes entrevistadores le expresaron que tenían información de otros encuentros. Rocha dijo que no iba a comentar sobre eso.
Luego de eso, fue arrestado en su vivienda en Miami, a sus 73 años.
El futuro
Rocha, que nació en Colombia el 23 de octubre de 1950 y se hizo ciudadano estadounidense en 1978, fue acusado de violentar leyes federales y de actuar como un agente de un gobierno extranjero, al menos, desde 1981; de conspirar para cometer delitos contra los Estados Unidos y de obtener pasaportes de Estados Unidos con información falsa.
El lunes enfrentó una audiencia de detención y el miércoles acudirá nuevamente al tribunal para luchar una orden de fianza.
Los delitos imputados están relacionados con la traición a la nación, por lo que, de ser convicto, no saldría nunca vivo de la prisión.
Su arresto ha dejado boquiabiertos a muchos amigos en República Dominicana, que jamás pensaron cosa tal de parte de Rocha.
Así de bueno era como espía y así terminará la vida de un hombre con una hoja de vida extraordinaria y una formación académica que incluyó las universidades de Yale, Harvard y Georgetown.
Tras 40 años de actividad, Víctor Manuel Rocha respondió aquel WhatsApp, un mensaje que lo llevó a la ruina y al final de su prolífica carrera como espía para Cuba. Ni sacado de un guión de Hollywood.