La prohibición de libros en algunas escuelas de Estados Unidos es un tema que ha copado el debate público durante esta temporada en ese país.
De hecho, la organización PEN America –que crea conciencia sobre la protección de la libre expresión en todo el mundo a través del avance de la literatura y los derechos humanos- informó que los vetos a publicaciones en EE.UU. aumentaron un 33% en el año escolar 2022-2023, con Florida como el estado estandarte de ese incremento. En lo concreto, casi la mitad de los distritos escolares en Florida tienen prohibiciones de libros.
¿Otra muestra más? El periódico Orlando Sentinel, el principal diario de Florida Central y con sede en Orlando, publicó la semana pasada un extenso listado a dos páginas que enumera los 673 libros que han sido retirados de las aulas en el condado de Orange en 2023.
La razón: los ejemplares han sido sacado de las escuelas por temor a que puedan violar leyes estatales que restringen cualquier material con “referencias sexuales” o contenido LGBTQ en educación. Básicamente, se considera que tales títulos pueden tener alusiones no apropiadas para menores de edad.
El distrito escolar ha ordenado a los profesores que tengan cualquiera de los 673 libros en los estantes de sus aulas que los retiren. Además, el personal de las Escuelas Públicas del Condado de Orange (OCPS) revisará la lista de libros rechazados una vez más, con el propósito de reforzar el veto o, por el contrario, que alguno de ellos pueda volver a los colegios.
Según señala otro periódico, The Hill, la lista surge de dos leyes de Florida firmadas por el gobernador republicano Ron DeSantis. En ellas, se exige que una comisión de especialistas revise libros en bibliotecas y aulas, y excluyan libros que incluyan contenido sexualmente lascivo o pornografía. La legislación también pretende dar a los padres una mayor capacidad para plantear objeciones a la educación de sus hijos.
Eso sí, los libros prohibidos responden a aquellos encontrados en las aulas de los profesores, no en las bibliotecas escolares. Por lo demás, no todos los libros eran necesariamente parte de la instrucción requerida, pero estaban disponibles para los estudiantes si querían leerlos.
Los libros mencionados cubren un amplio arco histórico, y van desde clásicos de todos los tiempos hasta novelas contemporáneas. Por ejemplo, hay obras de Haruki Murakami (Kafka en la orilla), Margaret Atwood (El cuento de la criada), George R.R. Martin (Juego de tronos), Ken Follett (Los pilares de la tierra), Laura Esquivel (Como agua para chocolate), Gabriel García Márquez (El amor en los tiempos del cólera, Crónica de una muerte anunciada), Dan Brown (Ángeles y demonios), Hermann Hesse (Siddhartha) y John Irving.
Entre ellos, surge una chilena. Isabel Allende, una de las autoras hispanohablantes más exitosas y populares de las últimas décadas, aparece mencionada con su clásico La casa de los espíritus (1982) y también con el más reciente Más allá del invierno (2017).
¿Qué aspectos del imaginario de la superventas chilena puede haber levantado sospechas y suspicacias? En su debut autoral, La casa de los espíritus, su narrativa volcada al realismo mágico y a la historia de la familia Trueba va entrelazando el amor, la muerte, la familia y las clases sociales con tópicos como la sexualidad, la prostitución, la homosexualidad o el aborto. El relato también está tejido en torno a muchas relaciones fugaces, lo que en su momento le dio un sello arrojado a la obra, sobre todo para la sociedad latinoamericana de principios de los 80.
Más allá del invierno presenta la geografía humana propia del Estados Unidos actual, una suerte de rompecabezas de nacionalidades que chocan y se estimulan a diario, enfrentándose “al más profundo invierno de sus vidas”, como reza el libro: una chilena, una joven guatemalteca ilegal y un maduro norteamericano. “Los tres sobreviven a un terrible temporal de nieve que cae en pleno invierno sobre Nueva York y acaban aprendiendo que más allá del invierno hay sitio para el amor inesperado y para el verano invencible que siempre ofrece la vida cuando menos se espera”, describe su presentación.
Foto: Lori Barra.
Por supuesto, las relaciones vehementes, la sexualidad libre y los excesos también forman parte del relato: son los puntos que pueden explicar su inclusión en la “lista negra” de las escuelas del condado de Orange.
Hasta ahora no hay mayores explicaciones que justifiquen la confección de la lista.
En declaraciones recogidas por The Hill, Karen Castor Dentel, miembro de la Junta Escolar del Condado de Orange y ex maestra de escuela primaria de OCPS, dijo que los especialistas encargados estaban operando con “gran miedo” debido a las nuevas leyes que los responsabilizan de los libros que los niños leen.
Además, calificó el listado de “censura abierta”, ya que supera con creces los beneficios de encontrar “un libro o dos que sean ofensivos”.
“Miren todo el caos que se ha creado. No vale la pena. Se está creando esta cultura del miedo entre nuestros especialistas e incluso entre los maestros que sólo quieren tener una biblioteca en sus aulas, para que los niños tengan acceso”, dijo Castor Dentel, según el periódico.