A más de tres décadas de su muerte, su nombre sigue figurando en las secciones de autoayuda de las librerías. Sus charlas como predicador fueron retratadas en cientos de libros que llegaron a las listas de los más vendidos, mientras que una amplia cantidad de series y películas aluden a su historia.
Bhagwan Shree Rajneesh, conocido popularmente como Osho, fue uno de los guías espirituales más conocidos en el mundo.
Pero a diferencia de otros que predican el desapego material y el celibato, él tenía otro mensaje: un discurso de sexo desenfrenado en el que la abundancia era bienvenida.
Osho y sus seguidores. Foto: Hugh Milne.
Entre sus seguidores se encontraron estrellas del espectáculo, profesionales y familias completas, quienes eran capaces de traspasarle todo lo que tenían para escuchar sus consejos, como si se tratara de un mesías incuestionable y capaz de resolver todos sus problemas.
Recaudó una fortuna millonaria, tuvo más de 90 Rolls-Royce, fue perseguido por las autoridades y su comunidad fue el epicentro de múltiples abusos, orgías y planeaciones de asesinatos e, incluso, de un envenenamiento masivo que afectó a toda una ciudad.
Esta es la historia de Osho, el conocido “gurú del sexo” que protagonizó numerosos escándalos a lo largo de su vida.
Empezó a construir su fama en India a finales de la década del 50. Ahí, solo era un estudiante de filosofía que acaparaba las miradas del resto de los alumnos. Enseñaba acerca de la meditación, daba consejos espirituales, predicaba el amor libre y hablaba sobre su oposición a las normas religiosas.
Poco a poco, se fue haciendo más conocido en el país, hasta que una década después, traspasó las barreras hacia el público internacional.
Osho con dos de sus seguidoras. Foto: Osho News.
Según un artículo de Infobae, aquello se vio potenciado con la popularidad de The Beatles y su periodo psicodélico, además del ascenso de Maharishi Mahesh Yogi hacia las tendencias.
Occidente se mostraba cada vez más interesado por las culturas orientales.
Factores como su visión sobre el sexo, la falta de culpa, el recibimiento de la abundancia y perder los miedos, llevaron a que sus seguidores le dieran grandes sumas de dinero e, incluso, le traspasaran sus bienes.
Algunos, hasta viajaron desde el extranjero para asentarse con él.
Así se enriqueció y llegó a tener 93 Rolls-Royce, mientras sus subordinados se empobrecían, trabajaban duro por extensas jornadas y permanecían atentos a responder ante cualquier solicitud de Osho. Entre ellas, como es de suponer, el sexo.
Osho y sus seguidores. Foto: Osho News.
Por su parte, él los retribuía con sus palabras y con la “meditación dinámica”, una creación suya que variaba entre momentos de relajación y descontrol, a través de saltos, gritos y bailes agitados.
Asimismo, comían y tenían relaciones sexuales tres veces al día.
Ante la creciente popularidad de Osho y la llegada de nuevos integrantes, el templo que tenían en Pune sobrepasó su capacidad, por lo que iniciaron la búsqueda de un nuevo lugar.
Al mismo tiempo, las autoridades de India eran conscientes del controversial movimiento que lideraba, al recibir varias denuncias que lo acusaban de promover el maltrato, las drogas y la prostitución.
Debido a esto, lo fueron acorralando cada vez más, exigiéndole el pago de impuestos atrasados y realizando controles a las personas que lo seguían.
Aquello llevó a que Osho y sus subordinados optaran por irse a un extenso rancho que encontraron en Oregon, Estados Unidos, el cual tenía un precio de seis millones de dólares, cifra que fue financiada por el esposo de su asistente, Ma Anand Sheela.
Osho y Sheela. Foto: DNA India.
Una vez asentados, ella fue la que tomó el control de la comunidad, mientras que Osho anunció un retiro en el que ni siquiera daría sus charlas diarias.
Vivieron ahí durante la primera mitad de la década del 80 y construyeron viviendas y una escuela para satisfacer las necesidades mínimas de la aún creciente llegada de seguidores.
Algunos de los jóvenes que estudiaron ahí revelaron posteriormente, ya de adultos, que apenas aprendieron a leer y a escribir, un factor que se sumó a otros eventos traumáticos que tuvieron que presenciar, tales como la extradición de sus padres al notar que el predicador tenía encuentros con sus mamás.
Si bien, Sheela y Osho eran los líderes supremos dentro del rancho, eso no aplicaba fuera de él.
Los habitantes de la zona miraban con desconcierto lo que hacían en su comunidad y se negaban a la posibilidad de que pudieran cambiar las normas a su antojo.
Osho y Sheela. Foto: Netflix.
Frente a esa frustración, Sheela ordenó a sus seguidores que trajeran a 4.000 personas sin hogar para que se asentaran en el territorio y así pudieran conseguir más apoyo para cambiar las leyes locales, pero aquello fue descubierto por las autoridades y —ante la multitud de personas que quedaron vagando por las calles— iniciaron un proceso para devolverlos a sus lugares de origen.
Otro de sus métodos más polémicos para instigar a la población, fue un envenenamiento masivo, mediante brotes de salmonella que introdujeron en las comidas de diez restaurantes distintos y que provocaron intoxicaciones de las personas que comieron ahí.
Osho en uno de sus autos frente a sus seguidores. Fotos: Hugh Milne.
También planearon asesinatos y secuestros, por lo que ante la exposición de ser encontrados, Sheela y otros integrantes de la comunidad se fugaron, mientras que Osho empezó a dar entrevistas a los medios de comunicación para negar lo que se decía sobre su movimiento.
Tras las múltiples acusaciones graves en su contra, trató de seguir los pasos de su ayudante y escapar hacia las Bahamas, pero poco después de que se subiera a su jet privado, fue interceptado por la policía y el FBI.
Ese 28 de octubre de 1985, Osho llevaba consigo casi 50 millones de pesos chilenos, además de joyas valuadas en cerca de un millón de dólares.
A partir de ahí, el gurú cambió su rutina de sexo desenfrenado por visitas a tribunales, juicios e interrogaciones, hasta que finalmente pudo pagar una multa millonaria para salir bajo fianza, aunque con la condición de que se fuera de Estados Unidos.
Arresto de Osho. Foto: Osho News.
Sin reparos, él aceptó. Y una vez que se fue, acusó malos tratos de parte de las autoridades norteamericanas, pero solo sus seguidores más fieles le creyeron.
De la misma manera, varias naciones le cerraron sus puertas, ya que estaban al tanto de los escándalos en torno a su comunidad. Logró estar dos semanas en Uruguay, pero después de ese tiempo también fue expulsado.
Ya no era el líder indiscutible que podía actuar a su antojo y satisfacer todos sus caprichos.
En 1987 volvió a su antiguo templo en Pune, India, con una apariencia demacrada a causa de una enfermedad. Solo tres años más tarde, el 19 de enero de 1990, murió de un problema cardíaco, a sus 58 años.