Pamela Anderson reveló que su mejor noche de sexo fue con un hombre de 80 años, cuando ella tenía unos veintitantos, en Buenos Aires. La afirmación, publicada en su autobiografía, Pamela, fue reproducida por el Daily Star y a partir de allí recorrió los medios de todo el mundo.
Una de las mujeres más deseadas de la historia posicionando a un adulto mayor como un ser deseante y deseado parece haber revolucionado al público.
“Fue una de las experiencias más sensuales que he tenido. Me cambió y nunca lo he olvidado”, dijo la ex Baywatch. La actriz contó que el hombre la guio mientras bailaron juntos durante gran parte de la noche, que su suave toque la dejó «sin aliento» y que ser tratada por un «verdadero hombre» era «algo que nunca había sentido» antes.
La sexualidad, un camino que se recorre toda la vida
¿Acaso hay fecha de vencimiento para el goce? Especialistas de la Sociedad Argentina de Sexualidad Humana (SASH) explicaron que “la sexualidad nace con la persona, se experimenta a lo largo de todas las etapas y no deja de estar presente mientras sigamos vivos”.
Sin embargo, reconocieron, los prejuicios representan “las piedras más difíciles de mover para la vida feliz en general”. “No hay una edad de finalización de la sexualidad, ni como práctica ni como deseo, salvo que nuestros pensamientos estén signados por prejuicios o desinformación. Nuestro cuerpo siente y desea hasta en situaciones invalidantes”, aseguraron desde esa asociación las psicólogas y sexólogas Lucía Baez Romano y María Ester Antelo.
En Hablemos de sexo. Diálogo con expertos (Editorial Dao), detallaron que en la adultez mayor existen los besos de lengua, el sexo oral, el sexo anal y el sexo coital, entre otras prácticas que se asumen como deseadas y consensuadas. Con la elminación de los prejuicios y teniendo en cuenta estos datos, quizás, la experiencia de Pamela Anderson ya no resulte tan sorprendente.
Las sexólogas retomaron la popular frase de Masters y Johnson, quienes afirmaron que “el envejecimiento puede ralentizar la respuesta sexual humana, pero no terminar con ella”. En esa línea, explicaron que las dificultades sexuales forman parte del proceso natural de envejecimiento y que, si todo el erotismo se reduce al rendimiento sexual o a la imagen lozana, la sexualidad en esta etapa se verá menoscabada.
“Ese mismo cuerpo que nos dio tantos momentos de placer sexual sigue existiendo. No es justo negárselo ni castigarlo a causa de su desgaste por el paso del tiempo. La vigencia erótica está ahí y, si sabemos escuchar, nuestro cuerpo nos irá dando la clave para vivir la sexualidad desde el erotismo y la búsqueda de nuestra capacidad de placer sin importar el momento vital en el que nos encontremos. Esto es importante, ya que la vida erótica se esfuma cuando se pierde el vínculo con la vida”, dijeron Antelo y Baez Romano.
Y reiteraron: “Nuestra vida sexual adulta no tiene (no debería tener) fecha de caducidad, sobre todo teniendo en cuenta que sexualidad, no es lo mismo que genitalidad. La genitalidad es un aspecto parcial de la sexualidad definido por lo anatómico-fisiológico de los órganos genitales y su capacidad de acción”.
Adultos mayores, sexualidad y cambios físicos
Las sexólogas detallaron los cambios físicos que se atraviesan durante la adultez mayor, tanto en mujeres como en hombres.
En la mujer, al retirarse la menstruación, disminuye la cantidad de estrógeno y progesterona y se entra en el periodo menopáusico. Baez Romano y Antelo enumeraron entre algunas de las modificaciones, cambios en la silueta, pérdida del vello púbico.
Sin embargo, resaltaron “el elemento más molesto, debido a la atrofia vaginal desprovista de estrógenos, es el dolor en el momento coital por falta de lubricación (como así también infecciones de índole urinario).
«En relación con la respuesta sexual, esto se traduce en que esa lubricación sí existe, pero suele tardar más tiempo. Por otro lado, en la fase orgásmica el tiempo también se ralentiza para llegar al climax”. Es importante aclarar que esto se puede tratar para así continuar con una vida sexual plena.
Respecto a los hombres, la testosterona no disminuye drásticamente como sucede en el organismo femenino con el estrógeno, sino que va mermando paulatinamente. También pierden vello púbico y, además, sus testículos van reduciendo su tamaño, a la vez que van perdiendo elasticidad de sostén.
Otros efectos, mencionaron las especialistas, son la disminución de producción espermática, como así también su volumen eyaculatorio. Por otra parte, en esta etapa de su vida suele aparecer la hipertrofia prostática benigna (HPB), que consiste en el agrandamiento de la próstata, lo que los lleva a orinar varias veces en la noche produciendo además trastornos en el sueño.
En cuanto a la respuesta sexual masculina, dentro de la fase de excitación también hay cambios: necesitarán más tiempo que antes para llegar a una buena erección y se reduce el líquido seminal. En el periodo orgásmico las eyaculaciones retardan más su proceso de culminación y posteriormente su periodo refractario puede ser más tardío en el tiempo.
Las sexólogas recomendaron para este momento de la vida la estimulación genital directa de ambas personas, para así mejorar el encuentro sexual. “No es que haya obligatoriedad coital, pero sí es importante disfrutar del encuentro erótico, dedicándole todo el tiempo posible con placer y voluptuosidad, de la misma manera en que es importante el encuentro con uno mismo y dar rienda suelta a nuestros deseos de estar a solas disfrutando de la autoestimulación”.
Y concluyeron: “El secreto será no tener tan en cuenta las carencias como las posibilidades, aceptar los cambios y celebrar aquello con lo que se cuenta: un cuerpo que siente y desea”.