En Múnich 1972, la actuación de la soviética Olga Korbut provocó una decisión clave para el futuro de la disciplina.
En los Juegos Olímpicos de Múnich 1972, la gimnasia artística fue testigo de un momento histórico que, sin embargo, dejó un legado marcado por el riesgo. Fue en ese contexto cuando Olga Korbut, una joven gimnasta soviética, realizó un movimiento que capturó la atención mundial y que más tarde sería prohibido.
Conocido como “dead loop” o el “Korbut Flip”, un movimiento durante la rutina de Olga en el aparato de barras asimétricas cautivó en aquella época a todos los presentes. Korbut fue la gran figura de la gimnasia en la edición olímpica que se llevó a cabo en la ciudad alemana. Logró tres medallas doradas, que incluyó la prueba por equipos, suelo y viga.
La gimnasia, que en su época como deportista era apodada “el gorrión de Minsk” por su pequeña estatura y gran carisma, destacó en Múnich con su valentía y rutinas explosivas. A la edad de 15 años, obtuvo dos medallas de oro y asombró al mundo con una maniobra nunca vista antes. El “Korbut Flip” en las barras asimétricas consistía en pararse en la barra superior y realizar un salto mortal hacia atrás. Esta innovación no solo le ganó admiradores, sino que también puso en evidencia el peligro de dicho movimiento por la complejidad del mismo.
A pesar de su actuación impresionante en las pruebas por equipos, la gimnasta que inició su camino a los 8 años tuvo dificultades en la competencia individual de los Juegos Olímpicos: terminó en el séptimo lugar en las barras asimétricas tras cometer tres fallos graves. Sin embargo, se recuperó rápidamente, y brilló en las finales de suelo y barra de equilibrio, y ganando una medalla de plata en asimétricas.
El impacto de Korbut no se limitó a sus medallas. Tras las serias preocupaciones entre los especialistas y el personal médico deportivo debido a las intensidad de su rutina, y sobre todo en ese movimiento de pararse sobre la barra, con las consecuencias de una posible caída, la Federación Internacional de Gimnasia (FIG) decidió prohibir el “dead loop” rumbo a Montreal 1976.
Más allá de esta acción que se hizo famosa y se hizo viral en los últimos días debido a las actuaciones de Simone Biles en los Juegos Olímpicos de París, Korbut también realizó otra maniobra peligrosa en la prueba de salto, que incluía una inversión hacia adelante con un giro completo en el eje longitudinal antes de tocar el potro y otro giro completo en el mismo eje durante la fase de vuelo. Esta maniobra, por su peligrosidad, también fue cancelada por las autoridades de la gimnasia mundial.
La sensación que Korbut generó en Múnich 1972 dejó una huella imborrable en la gimnasia mundial antes de la aparición de Nadia Comaneci cuatro años más tarde en Montreal 76. Su valentía y técnica, así como las prohibiciones posteriores que generaron sus movimientos más arriesgados, marcaron su legado. Lo mismo que la cruda historia que padeció por los abusos sufridos en manos de sus entrenadores cuando era una figura de su deporte.
Al igual que Biles y otras gimnastas de los Estados Unidos condenaron los ataques que sufrieron de Larry Nasser, el ex médico del equipo que fue condenado a más de 150 años de cárcel por ataques sexuales, Olga fue una pionera en denunciar las atrocidades que vivió en su época de esplendor. En 1999, la ex atleta soviética confesó que había sido la “esclava sexual” de su por entonces entrenador Renald Knish y que otras pequeñas sufrieron lo mismo de parte de personas en una posición similar.
“No sólo éramos máquinas deportivas, sino también esclavas sexuales”, dijo Olga, que dio detalles como que Knish la obligaba a beber alcohol y que la golpeaba. “Interesaba nuestro cuerpo, no nuestra vida”, confesó la campeona olímpica, al mismo tiempo que reveló que hasta llegó a abusar de ella en la antesala de su participación olímpica en Múnich.
“Temía que si la verdad salía a la luz ésta me aplastará”, contó Olga en su autobiografía. Korbut también aprovechó la ocasión para remarcar el poco dinero (seis dólares), que le daban para alimentarse durante las competencias.
La leyenda de la gimnasia soviética subastó sus medallas olímpicas para no pasar más hambre
Olga Korbut, una de las leyendas de la gimnasia soviética, debió desprenderse de algunas de sus medallas olímpicas en el 2017 para salir del hambre. A sus 61 años en ese entonces, aquella niña de sonrisa cautivadora, estrella de los Juegos de Múnich (1972) y Montreal (1976), sufre terribles penurias económicas en Scottsdale (Arizona). De modo que ha vendido algunas de sus más valiosas preseas por un montante de 217.000 euros. «Las medallas salvaron a Korbut del hambre», subraya el titular de gazeta.ru, uno de los medios rusos con más eco en el exterior.
Heritage Auctions, la empresa responsable de la subasta, confirmó que Korbut se ha desprendido de una gran parte de su sala de trofeos, que incluía seis medallas olímpicas. Entre los 32 artículos se encontraban unas mallas de competición, un galardón otorgado por la BBC, algunas revistas especializadas con su firma y, por encima del resto, los tres oros y la plata conquistados para la URSS en Múnich.
En aquel lejano 1972, con apenas 17 años, Korbut irrumpió en la elite con su cautivador estilo y unas asombrosas rutinas para conquistar el oro en suelo, barra de equilibrios y ayudar a sus compañeras en el título por equipos. De hecho, fue la primera gimnasta capaz de completar un salto mortal sobre la citada barra. Además, se colgó la plata en barras asiméticas, donde patentó un truco (Korbut Flip) ahora prohibido al considerarse demasiado peligroso.
Tras su retirada, aquella adolescente de apenas 1,5 metros de estatura, conocida como El Gorrión de Minsk, se convirtió en la esposa de Leonid Bortkevich, una celebridad de la canción soviética. El matrimonio se trasladó en 1991 a Estados Unidos, donde ya nació Richard, su único hijo.