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¿Un Premio Inmerecido?

Me cuentan que entre los embajadores dominicanos existe un disgusto casi generalizado con la distribución de embajadas para el próximo cuatrienio. Muchos pensaron que, al menos en algunos casos, se haría como un reconocimiento a aquellos embajadores que durante estos cuatro años han logrado las mayores y mejores calificaciones en desempeño. Pero adivinen qué: no fue así.

A la codiciada Embajada de Estados Unidos, me cuentan que va una embajadora que pudiera tener un perfil profesional aceptable, pero es totalmente desconocida. Ese cargo, regularmente, ha sido desempeñado por una figura de alto perfil, nivel político y con reconocimiento de la población. Pasará lo mismo con la representación del país ante la OEA, que, aunque tampoco niego que posea méritos, es otro cargo para una figura netamente política, y la actual representante es totalmente desconocida.

Lo mismo sucede en la embajada más codiciada de nuestro país en Europa, donde irá como embajador un reconocido dirigente político con sobrados méritos intelectuales. Sin embargo, quizás esos méritos ya han sido pagados, porque es uno de los dirigentes con más de 45 años ocupando posiciones en el Gobierno y el Congreso.

Según se ha rumorado desde hace meses, esta posición habría sido fruto de otro pedido para lograr aquel acuerdo electoral —con resultado fallido— para que el PRM obtuviera la Senaduría del Distrito. Aunque “no se pudo”, todo indica que el presidente cumplirá su palabra empañada.

Lo lamentable es que embajadores con las peores notas en las evaluaciones de desempeño sean premiados, mientras que aquellos con buenos resultados están hoy disgustados con la distribución de misiones. En mi opinión, esa embajada debió ser asignada a un embajador con base en su desempeño y resultados, pero no será así.

¿Y qué decir de México, donde han premiado a Juan Bolívar? Por cuestiones de edad y cansancio, debieron retirarlo en el país o pensionarlo. Todo el que lo ha visto sabe que luce agotado, cansado o quizás abatido, y, según las malas lenguas, suele dormirse en actos oficiales. Esta crítica no tiene nada que ver con sus méritos ni con algún tipo de compromiso que exista con el amigo Juan Bolívar Díaz.

Me cuentan que otro embajador, con unas cuatro o cinco sanciones por parte de la Cancillería, será también premiado con una importante embajada en Sudamérica. Esto es otra mala señal para quienes nunca han tenido medidas disciplinarias de la Cancillería en su contra.

Cada una de las publicaciones que realizamos de los “Ranking de Mejores Embajadores del país” se basó en datos y documentos oficiales sobre el desempeño de los mismos, luego de rigurosas evaluaciones realizadas por un equipo de expertos. Por si en Palacio necesitan estos datos antes de confirmar estos puestos.

Creo que seguimos premiando a funcionarios como el canciller, quien tiene muy mala valoración y ha demostrado lo contrario de lo que muchos alegan: que es un funcionario con amplias relaciones con Estados Unidos. Este argumento no es cierto, porque de ser así, no llevaríamos cinco años sin embajador estadounidense en el país.

Otros destacan erróneamente su manejo de la crisis haitiana, pero todo indica que tampoco es cierto, ya que la situación sigue sin una solución favorable para nuestro país.

Algunos esgrimen el pretexto de supuestas buenas relaciones con países de la región. A ellos les recuerdo que, para la juramentación del presidente, los países más importantes del continente brillaron por su ausencia: Brasil, México, Argentina, Chile, Colombia, entre otros. En la mayoría de los casos, asistieron primeros ministros de pequeñas islas y algunos presidentes de países no tan relevantes para nosotros.

Es inconcebible que quizás las tres embajadas más importantes para el país (Estados Unidos, ONU y OEA) queden o estén en manos de personas con perfiles prácticamente desconocidos, tan anónimas como podrían ser sus gestiones y decisiones.

Como ya mencioné, son misiones que requieren altos perfiles públicos. Quizás algunos me vean como una persona crítica, pero no lo soy. Soy un admirador de la gestión de Luis Abinader, de su honestidad, transparencia y estilo de trabajo, y creo que está revestido de buenas intenciones. Sin embargo, también creo que los presidentes deben ser protegidos y cuidados, tanto en el presente como en el futuro, y esa es una medida que debería tomar cada funcionario.

No es posible que, con tantas situaciones adversas juntas, ahora surja también una crisis dentro de las misiones diplomáticas que cause disgusto y malestar entre aquellos embajadores que han brillado y se han distinguido por sus excelentes gestiones. Ellos merecen respeto y garantías, mientras que otros, que no han mostrado interés ni capacidad gerencial, son los que se benefician.

 

Ruddy De los Santos

Emprendedor, Político y Comunicador

@rudydelossantos

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