Un estudio de Harvard y otro presentado en un congreso reciente de la Sociedad Europea de Cardiología refuerzan la evidencia acerca de qué alimentos priorizar y cuáles limitar.
La evidencia acerca de cómo alimentarse para aspirar a tener una vida larga y con salud es cada vez más sólida. Si de nombres propios hablamos, la dieta mediterránea ostenta sus pergaminos: es una de las más estudiadas y recomendada por sus múltiples beneficios para la salud. Pese a eso, sigue siendo objeto de investigación junto a otros patrones alimentarios.
Un trabajo realizado en España, cuyos resultados se presentaron a comienzos de mes en el ESC Preventive Cardiology 2025, un congreso científico de la Sociedad Europea de Cardiología (ESC), comparó los beneficios de la mediterránea con una más reciente, la Dieta de la Salud Planetaria (DSP). Y también fue una de las ocho dietas comparadas por investigadores de la Escuela de Salud Pública de Harvard en un trabajo reciente publicado en Nature Medicine.
Ambos trabajos llegaron a conclusiones en la misma línea: no hay un único patrón alimentario saludable, pero los que aportan más beneficios suelen tener rasgos en común.
Y el impacto no es menor: se estima que una de cada cinco muertes por enfermedades cardiovasculares podrían evitarse con una buena alimentación.
Clásica y moderna
El trabajo presentado en el congreso de la ESC comparó los beneficios para la salud y el medio ambiente de la dieta de la salud planetaria y la dieta mediterránea.
La DSP nació en 2019 como una búsqueda de optimizar la calidad de la dieta global, manteniendo al mismo tiempo el impacto ambiental de la producción alimentaria dentro de los límites de sostenibilidad, comentó Mercedes Sotos Prieto, investigadora de la Universidad Autónoma de Madrid y una de las autoras del estudio.
Sin embargo, dijo, faltaban pruebas que la compararan con la mediterránea, una dieta basada en plantas con beneficios comprobados para la salud y el medio ambiente, y con una sólida presencia en los países mediterráneos (España, Italia, Grecia, Portugal).
A raíz de eso, se dispusieron a evaluar los efectos de ambas dietas en la mortalidad por todas las causas en una muestra representativa de la población española, además de su huella ambiental.
Qué es la dieta de la salud planetaria
La dieta de la salud planetaria implica una ingesta energética de alrededor de 2.500 kcal/día y se centra principalmente en un consumo elevado de frutas y verduras, cereales integrales, legumbres, frutos secos y aceites insaturados; una ingesta moderada de lácteos, verduras con almidón (papas, calabaza, arvejas, etc.), aves y pescado; y un consumo bajo de grasas saturadas, carnes rojas y azúcares añadidos.
Qué es la dieta mediterránea
La dieta mediterránea se caracteriza por un patrón rico en frutas y verduras de temporada, legumbres, cereales integrales y frutos secos, con aceite de oliva como principal grasa dietética, mayor consumo de carnes blancas o magras que de carnes rojas o procesadas y un consumo moderado de lácteos, pescado y huevos.
Una buena alimentación incrementa las chances de envejecer bien. Foto Shutterstock.
En el análisis, se recogieron datos sobre la ingesta de alimentos de casi 11.500 participantes en el Estudio sobre Nutrición y Riesgo Cardiovascular en España (ENRICA), con una edad media de 47,5 años. Se produjeron 1157 muertes por cualquier causa durante un seguimiento medio de 14,4 años.
¿Qué encontraron los investigadores? Que una mayor adherencia a la dieta mediterránea y a la dieta de la salud planetaria se asoció de forma similar con una menor mortalidad por todas las causas. Los participantes en el tercio superior de adherencia a las dieta DPS y mediterránea tuvieron una probabilidad un 22% y un 21% menor de morir que los que menos adherían.
La adherencia a algunos componentes de la dieta DSP (frutas, lácteos y aceites insaturados) y a la dieta mediterránea (frutos secos, bajo consumo de bebidas azucaradas y panadería industrial) se asoció de forma independiente con una menor mortalidad.
En términos de impacto ambiental, ambas dietas dejan huellas igualmente bajas. Los productos lácteos y cárnicos fueron los que más contribuyeron a la huella ambiental.
«Una mayor adherencia a estas dietas se asoció de manera similar con una menor mortalidad por todas las causas y con un impacto ambiental comparablemente bajo, lo que destaca las importantes ventajas para la salud y el planeta de adoptar una de estas dietas basadas en plantas», concluyó Sotos Prieto.
Una dieta para envejecer mejor
Mantener una dieta saludable, rica en alimentos de origen vegetal, con una ingesta baja o moderada de alimentos saludables de origen animal y una menor ingesta de alimentos ultraprocesados, también se asoció con una mayor probabilidad de un envejecimiento saludable, definido como llegar a los 70 años sin enfermedades crónicas graves y con una salud cognitiva, física y mental óptima, según un nuevo estudio realizado por investigadores de la Escuela de Salud Pública de Harvard (ESPH), la Universidad de Copenhague y la Universidad de Montreal.
Se trata de una de los primeros trabajos en examinar múltiples patrones dietéticos en la mediana edad en relación con el envejecimiento saludable en general.
Estudios previos han investigado los patrones dietéticos en el contexto de enfermedades específicas o la longevidad. Este, en cambio, adopta una perspectiva multifacética, preguntándose cómo afecta la dieta a la capacidad de las personas para vivir en forma independiente y disfrutar de una buena calidad de vida a medida que envejecen, afirmó el coautor Frank Hu, profesor, director del Departamento de Nutrición de la ESPH.
Los investigadores utilizaron datos de los clásicos estudios de salud de las enfermeras y profesionales de la salud para evaluar las dietas de mediana edad y los resultados de salud finales de más de 105.000 mujeres y hombres de 39 a 69 años a lo largo de tres décadas.
Los participantes completaron regularmente cuestionarios acerca de lo que comían, que los investigadores calificaron en función de qué tan bien los participantes se adhirieron a ocho patrones dietéticos saludables, entre las que se incluían la mediterránea, la de la salud planetaria, la MIND y la DASH.
Cada una de estas dietas enfatiza la ingesta alta de frutas, verduras, cereales integrales, grasas insaturadas, nueces y legumbres, y algunas también incluyen una ingesta baja a moderada de alimentos saludables de origen animal como pescado y ciertos productos lácteos.
Los investigadores también evaluaron la ingesta de alimentos ultraprocesados, ricos en ingredientes artificiales, azúcares añadidos, sodio y grasas no saludables.
El estudio reveló que menos de uno de cada 10 participantes (el 9,3 % de la población estudiada) envejeció de forma saludable. Seguir cualquiera de los patrones dietéticos saludables se relacionó con un envejecimiento saludable en general y en sus diferentes aspectos, como la salud cognitiva, física y mental.
Si bien todas lograron buenas performance, una de líderes fue la dieta de la salud planetaria.
Un mayor consumo de alimentos ultraprocesados, especialmente carne procesada y bebidas azucaradas y dietéticas, se asoció con menores probabilidades de un envejecimiento saludable.
«Dado que mantenerse activo e independiente es una prioridad tanto para las personas como para la salud pública, la investigación sobre el envejecimiento saludable es esencial», afirmó Marta Guasch-Ferré, coautora del estudio, profesora asociada del Departamento de Salud Pública de la Universidad de Copenhague y adjunta de nutrición en la Escuela de Nutrición de Harvard.
«Nuestros hallazgos sugieren que una dieta rica en alimentos de origen vegetal, con una inclusión moderada de alimentos saludables de origen animal, podría promover un envejecimiento saludable en general y ayudar a definir futuras pautas dietéticas.»
Además, «demuestran que no existe una dieta universal» y que «las dietas saludables pueden adaptarse a las necesidades y preferencias individuales”, sumó la autora principal, Anne-Julie Tessier, profesora adjunta del Departamento de Nutrición de la Universidad de Montreal e investigadora del Instituto del Corazón de Montreal.
Entre las limitaciones del estudio, sus autores mencionaron el sesgo de que se trata de que la muestra está compuesta solo por profesionales de la salud y sugirieron replicar la investigación entre poblaciones de diversos niveles socioeconómicos y ascendencias, «lo que ofrecería mayor comprensión de la generalización de los hallazgos».