Por: Pedro Chávez
En los últimos días, la prensa esta inundada de amplia cobertura relacionada a la escalada alcista de los precios de los bienes básicos agrícolas como el maíz, trigo y frijol soya. Este aumento se reflejará en alimentos terminados como las harinas de maíz, pan, harina de trigo y aceites comestibles. Adicionalmente, se reflejarán en los precios de las principales proteínas de origen animal cuyas raciones alimenticias son mayormente preparadas con estos ingredientes.
Para ofertar una idea, en el periodo julio 2020 a enero 2020 el futuro de marzo de maíz ha aumentado en 50.65% y el correspondiente al frijol de soya aumento en el mismo periodo en un 52.07%. Pero no solo los cereales se han visto afectados, el dólar ha perdido terrenos como moneda en los últimos meses que se traduce en un efecto alcista en todos los bienes básicos cotizados en esta moneda. Los precios de las proteínas como el pollo, cerdo y res han subido pese a la recuperación del hato porcino chino que ya había catapultado los precios a niveles records.
En el orden macroeconómico, los gobiernos del mundo tienen prácticamente 12 meses lanzando medidas de estímulos y ayudas a la población que han llevado el déficit fiscal consolidado de todas las naciones para el 2020 a un 12% del PIB Global, de acuerdo con el Fondo Monetario Internacional.
Adicionalmente la situación climática mundial, el estado social de países como Argentina y Brasil donde los trabajadores portuarios y logísticos han estado en huelgas intermitentes y el cierre de plantas por la situación sanitaria de algunos países, crean otros factores que complican el ambiente productivo e impactan hacia el alza los precios de los bienes.
La situación de precios y macroeconómica presenta un caldo de cultivo que presagia una escalada de precios mundiales en un ambiente que tiene signos inflacionistas a nivel global. Las circunstancias presagian épocas difíciles, aun con el éxito anticipado y esperanzador de una vacuna para la Covid-19, puesto esto último afianzara la demanda y llevara los precios de los bienes básicos hacia otro round de alzas.
Al momento, luce que solo un factor de índole macro que afecte la demanda o la dirección de la inversión de los capitales mundiales podría quitar impulso a este mercado. Ante este reto, la estructura productiva nacional debe ser cuidada e incentivada. La seguridad alimentaria, juntamente con la salud, deben ser los pilares del desarrollo del país.
La fortaleza de la producción asegura un nivel de oferta que es la única garantía de precios accesibles para la población. Mientras no exista escasez de productos básicos de la canasta familiar, los precios se mantendrán competitivos y el acceso por parte de los consumidores será justo y costeable. En esta ocasión, las importaciones no podrán ejercer como tabla de salvación pues los precios internacionales son más caros que los precios a que el productor dominicano esta sirviendo a la cadena productiva y comercial del País. El producto dominicano entiende su misión y está comprometida con ella.
Este desarrollo de la producción debe contar con políticas que garanticen retornos justos para los agricultores mediante el pago puntual y efectivo de los bienes producidos. Las medidas impulsadas por el gobierno de acceso a capital a precio justos, mejoras en las cadenas de comercialización, mejoras en la infraestructura, entre otras; deben ser mantenidas y ampliadas. Solo la producción en niveles equiparables a la demanda podrá asegurar la alimentación del pueblo dominicano, cual desbalance donde la producción sea afectada se traducirá en precios altos.
Un último punto, pero no menos importante, es que la situación fiscal no implique un corte de las facilidades con que cuenta el sector agrícola que cada vez son más difíciles de mantener. Sugerimos que las autoridades del sector agropecuario deben poner un plan de rápida ejecución y sensibilización a las entidades recaudadoras, no para aumentar las exenciones, si no para asegurar que se mantengan por lo menos hasta la entrada la anunciada reforma fiscal en el próximo 2022. Me atrevo a anticipar que no ser así, la capacidad recaudadora será mas afectada en su agregado por el cierre de empresas y ralentización de la actividad económica, que por los incentivos actualmente en pie.
En próximas entregas estaremos sugiriendo algunas acciones especificas que pueden ser tomadas para asegurar la producción de bienes alimenticios y que permitan asegurar un suministro adecuado a la población.